Nacido en Chicago, con una amplia trayectoria misionera en Perú, Prevost, de 69 años, ha combinado a lo largo de su vida una profunda formación teológica con una cercanía pastoral notable. Antes de ser prefecto del Dicasterio para los Obispos, fue obispo de Chiclayo y superior general de los agustinos, lo que le otorgó una visión verdaderamente global de la Iglesia.
Su elección representa un equilibrio entre el norte global y el sur, y refleja el deseo de un liderazgo que entienda tanto las complejidades del mundo desarrollado como los desafíos de las iglesias locales en contextos de pobreza y violencia.
El nuevo pontífice llega en un momento de grandes retos: reconstruir la confianza tras las crisis de abusos, continuar el proceso sinodal, y responder a las tensiones sociales, políticas y espirituales de un mundo cambiante. León XIV, con su estilo sereno y su experiencia intercultural, se perfila como una figura de unidad y renovación.



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