El que otrora fuera el río más grande del mundo, el Amazonas, ahora es prácticamente un desierto. Este río que atraviesa Perú, Colombia y Brasil, ha reducido su caudal en un 90% por la fuerte sequía que afronta el territorio, de acuerdo con lo indicado por la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres.
Esta es considera por los expertos como la peor crisis climática que experimentó la región en décadas.
La situación ha sido advertida por ambientalistas que cuentan que hoy millones de hectáreas en el Amazonas empiezan a estar rodeadas por la tala de árboles, la minería, rutas y eso hace que no haya conectividad entre los diferentes lugares de la selva amazónica, lo que repercute negativamente en la fauna repercute y en el Amazonas.
Un informe del Canal26 muestra que los indígenas reciben bidones de agua del Gobierno Nacional, que deben cargar al hombro por un desierto de tierra árida, zona que antes estaba cubierta por las aguas del Amazonas. Esta sequía también dificulta la llegada de víveres hasta las comunidades, pues al Amazonas solo se puede llegar vía acuática. El punto más cercano del afluente estaba a unos 15 minutos caminando, ahora el calvario bajo el sol dura más de 2 horas. Muchos de los alimentos los traen desde Leticia
Además, para muchas de las comunidades su único medio de transporte es el río y al secarse estos afluentes quedan completamente incomunicados. “Del lado peruano pequeñas poblaciones reportaron escasez de alimentos, del brasileño las autoridades decretaron una situación crítica especialmente por el bajo nivel de una presa hidroeléctrica que genera el 11% de la electricidad de todo el país. Los pescadores hacen recorridos más largos esquivando las playas de arena para no quedar varados. Los expertos advierten que la Amazonía está en riesgo de convertirse en una extensa sabana”, indica el informe del canal de televisión abierta argentino.
Esta situación de bajos niveles del río ha afectado el turismo, que es la principal fuente de ingresos de los lugareños. La llegada de turistas cayó por la difícil navegación.
La comunidad de Ticuna, asentada en ambas márgenes del río Amazonas y sus afluentes, cerca de la frontera peruana con Colombia y Brasil, considera que si retoman la tradición agrícola de sus ancestros, la situación cambiará. Pues la tierra les da todo. Están convencidos que deben sembrar plátano, yuca, caña, frutas, ya que con la artesanía estamos estancados.
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