Después de largos meses en la clandestinidad y tras una salida del país marcada por el sigilo. Su llegada a la capital noruega generó una multitudinaria concentración de venezolanos que se apostaron frente al Grand Hotel, donde la Premio Nobel de Paz 2025 saludó desde el balcón en una escena cargada de simbolismo democrático.
Machado, cuya integridad se encontraba bajo amenaza en Venezuela, logró abandonar el territorio nacional en una operación discreta organizada por sus aliados. Su retorno a la esfera pública ocurre en un momento crítico para la oposición y tras un sostenido cerco del régimen, que la mantuvo oculta y sin garantías mínimas de seguridad.
La homenajeada no pudo asistir a la ceremonia oficial de entrega del Nobel, que fue recibida en su nombre por su hija, Ana Corina Sosa. Sin embargo, su presencia en Oslo reafirma la dimensión internacional de su causa y el respaldo que su lucha por la libertad ha cosechado en distintos gobiernos y organismos multilaterales.
La imagen de Machado alzando la mano frente a centenares de compatriotas se ha interpretado como un gesto de resistencia y un mensaje de continuidad para un movimiento opositor que, pese a la persecución y la censura, insiste en mantenerse activo dentro y fuera de Venezuela.
Con su reaparición, la líder envía también una señal al régimen: su voz sigue vigente y su figura política continúa teniendo eco internacional. Lo ocurrido en Oslo marca un nuevo capítulo en una disputa de largo aliento que hoy trasciende las fronteras venezolanas.
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