La ciencia siempre ha hablado de los beneficios que tiene el pescado para la dieta humana por ser
una fuente saludable de energía, proteínas de alta calidad, vitaminas y una amplia gama de otros
nutrientes importantes.
No es un secreto que su sabor es delicioso y apetecido por personas en todo el mundo, pero ¿todos
los pescados que consumimos son aptos para el organismo? Investigadores de la Universidad de la
Costa hicieron un estudio para evaluar las concentraciones de mercurio y metil mercurio en peces
importados y en una de las marcas de atún nacional que se comercializan en Barranquilla. ¿La razón?
De acuerdo con el investigador Fabio Fuentes, coordinador del área de Química del departamento
de Ciencias Naturales y Exactas de la institución, "siempre será necesario tener certeza de que los
alimentos que consumimos estén libres de contaminantes y no generen riesgo a la salud".
Explica que desde hace unos años existe una problemática relacionada con que los recursos
pesqueros han disminuido, lo que implica que se deba suplir la demanda con el consumo de pescado
importado, lo que motivó a los estudiosos a hacer esta investigación.
"En este proyecto de investigación, financiado por la Universidad de la Costa, analizamos algunas
especies de pescados que más se comercializan en Barranquilla: el bocachico argentino, el bocachico
venezolano, filete de basa, de Vietnam, el atún enlatado –producido en Colombia, Ecuador y la
China– y la sardina enlatada, proveniente de Ecuador", comenta Fuentes.
Fue alrededor de un año de estudio, en el que se analizaron 160 muestras de las especies
mencionadas y se realizaron encuestas para estimar la cantidad del consumo de las mismas. "Entre
los resultados obtenidos se evidenció que todas las muestras tenían mercurio y metil mercurio
(forma orgánica del mercurio). Es importante destacar que las muestras de atún nacional
presentaron las mayores concentraciones de mercurio con valores aproximados a 0.5 microgramos
por gramos", explica el investigador.
En la medición de la concentración de mercurio en las especies, se estableció que las que tienen
más concentración son el atún, el bocachico venezolano y el bocachico argentino. La sardina y el
filete de basa están menos contaminados.
El artículo 'Assessment Of Human Health Risk Associated With Methylmercury In The Imported Fish
Marketed In The Caribbean', publicado en la revista Environmental Research, señala que "Si bien tienen poca concentración, de todos modos ya esto es una alarma porque indica que lo que
estamos consumiendo no es de calidad, aunque se encuentra dentro del rango permitido por la
legislación colombiana (1microgramo/gramo, para atún)", afirma Fuentes.
Surge la duda de cómo se contaminan los peces, por lo que el investigador señala que existen
diferentes fuentes de contaminación en los cuerpos de agua, además de fuentes naturales y
antropogénicas. "Una erosión, por ejemplo, emite mercurio en menores condiciones. Ese metal
llega a los cuerpos de agua y se bioacomula a través de la cadena trófica: del sedimento a la columna
de agua, de ahí a los peces y luego a nosotros. Estos procesos de bioacomulación y biomagnificación
dependen de muchos factores como el género de la especie, el tamaño del pez, la edad y el hábito
trófico del pez", detalle el experto.
Así mismo, indica que la contaminación del pez puede darse en el proceso de enlatado, situación
que puede ser controlada. "Al Invima, que es el que hace el registro, puede pasársele esta cantidad
de problemas porque es muy difícil monitorear la mercancía que viene por toneladas".
Sugerencias de los investigadores
"Evaluamos el riesgo potencial y sugerimos que, como el que está generando más concentración es
el atún, los niños no lo coman. Si estamos hablando sobre todo del nuestro, que las mujeres
embarazadas máximo consuman una lata de atún semanalmente, y que el resto de la población solo
coman de dos a tres latas para evitar un riesgo mayor", señala.
Fuentes afirma que la intoxicación mercurial puede provocar temblores en las manos, alteraciones
neurológicas y problemas de visión, entumecimiento y hormigueo en las manos y los pies,
dificultades de coordinación y constricción concéntrica del campo visual y auditiva. Así mismo,
accidente cerebrovascular isquémico, demencia y depresión; además de nefrotoxicidad y toxicidad
gastrointestinal con ulceraciones y hemorragias. "Es difícil que la gente no lo coma porque es un
producto de bajo costo y rápido de cocinar, incluso se come crudo. Es algo cultural, sin embargo,
dejamos la sugerencia", puntualiza.
martes, 23 de julio de 2019
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'Alterar el equilibrio de la naturaleza para buscar soluciones puede provocar un daño más grave'
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