Eduardo Verano de la Rosa
Cuenta X: @veranodelarosa
Artículo de opinión
El suicidio es la máxima violencia contra la humanidad propia. Jóvenes universitarios han tomado ese camino de dolor y desolación motivados por distintos asuntos que, a su juicio, resultaban insuperables lo que demuestra la fragilidad humana y la vulnerabilidad de la mente para afrontar desafíos.
Los suicidas dan señales que no son atendidas por su entorno al no traducir la dimensión de la dificultad que atraviesa una persona. Se requiere entonces atención desde la familia y hasta procedimientos clínicos de acompañamiento en todos los casos.
Llama la atención los detalles de la planificación del evento suicida, es como una auto venganza estudiada, por eso preocupa el ‘efecto Werther’ que es la tendencia a imitar el procedimiento.
Expertos recomiendan no publicar detalles de los casos para no incitar réplicas, pero hay que propiciar con responsabilidad actividades preventivas como un abrazo, un consejo a tiempo, conversaciones tranquilas propuestas por docentes y personal especializado de las universidades para darle herramientas positivas al entorno académico y eliminar cualquier ideación suicida.
La persona debe entender que contrario a lo que ha pensado, su vida sí tiene mucha importancia para la sociedad. Que no se vea el suicidio como solución a los problemas o como una opción para superar las dificultades por complejas y difíciles que sean.
Se requiere una Política Nacional de Salud Mental que dé especial atención a la gestión adecuada de emociones y que, a través de actos culturales, haga un trabajo emocional de prevención.
Muchos jóvenes sufren con “la maleta pesada” que en su imaginario son sus vidas. Las universidades preparan a todos sus empleados para actuar dentro de procesos de salud mental, cultura ciudadana y primeros auxilios psicológicos y todo esto es ir más allá de solo prevenir el consumo de drogas y estupefacientes.
Las universidades están abriendo espacios para los primeros auxilios psicológicos y de empatía para decirle al otro “te quiero ayudar” para atender a los estudiantes, aunque nunca serán suficientes, sí permitirán identificar ideas suicidas, detonantes y por lo tanto elaborar planes de acción preventivos.
Las personas que atienden casos de suicidios en la universidad requieren un gran apoyo porque se les trastorna la vida por haber presenciado o estado cerca de un proceso tan doloroso. A nadie se le da apoyo psicológico posterior. Por eso es importante dedicar recursos, al disfrute, al goce.
El sistema universitario nacional, responsable del manejo de salud mental, debe aprender de las experiencias exitosas de todas las universidades que deben tener la interacción para construir una política nacional y compartir experiencias y una mayor integración de los Ministerios de Salud y Educación.
Las universidades son parte clave para tomar este tema de una manera responsable. Padres muy ocupados no atienden las alertas que las instituciones les hacen, estudiar cómo funcionan los protocolos teóricos y la responsabilidad del sistema de salud como la parte de inculcar que la gente haga deportes, cultura, recreación ayuda a fortalecer la salud mental colectiva. En la cabeza de todos siempre debe estar claro el concepto de que la vida es un tesoro y que los problemas los podemos manejar.
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