El compositor de San Jacinto falleció en la madrugada de este sábado tras permanecer varias semanas hospitalizado en una clínica de Barranquilla. Aquí presentamos una crónica de su obra musical y de su legado en el folclor. Varios músicos recuerdan al juglar exaltando sus virtudes como persona y artista.
San Jacinto, Bolívar, es tierra de talentos en música y artesanías, principalmente. Barranquilla, una metrópoli que acoge a la gente con amor. El vallenato, un género que nos identifica y que, a pesar de sus distintas corrientes, se une para mantenerse vigente y traspasar fronteras.
Por estos días de Carnaval, en el Caribe colombiano, una noticia dolorosa nos une en torno a un personaje que, por encima de su inmenso talento, permaneció humilde, cercano a la gente, apegado a la tradición, defendiendo el folclor.
El viejo Miguel compositor: Adolfo Pacheco.
En una clínica de Barranquilla, el maestro Adolfo Pacheco Anillo falleció en la madrugada de este sábado, luego de luchar por su vida a raíz del accidente de tránsito que sufrió en una de esas carreteras que él ha recorrió por años llevando su música y su sabiduría.
Las sabanas de Bolívar y los Montes de María lo vieron crecer y lo alimentaron musicalmente. Las nuevas generaciones, lo consideran un grande. “Un talento de los que ya no vuelven que ha dejado un gran legado, que ha hecho una historia que perdurará por años y años en la música vallenata”, asegura Juan Mario De La Espriella, un acordeonista de las nuevas generaciones, nacido en Sincelejo, donde el vallenato sabanero es rey.
Músicos más jóvenes como Jesús Valderrama, o El Morre Romero coinciden en que Pacheco siempre será un referente de la música con el que han crecido. Ambos acordeonistas afirman que en sus inicios musicales escucharon clásicos de este compositor.
Valderrama considera que, Adolfo Pacheco a pesar de no haber nacido en el Cesar, ha hecho grande lo que, en el mundo entero, sin clasificación alguna, se conoce como vallenato. Destaca que lo mejor de todo son sus letras y los mensajes constumbristas que cuentan.
Romero, miembro de una gran dinastía de músicos que tiene como referente a otro compositor como es Rosendo Romero, asegura que, desde chico en los patios de su natal Villanueva, la música de Pacheco era infaltable. “sus obras bonitas e inspiradoras siempre han influido en mí” asegura El Morre quien reconoce que sus creaciones son una base fundamental para la música, para la composición, para el folclor.
DESDE NIÑO
Adolfo Pacheco nació el 8 de agosto de 1940 en San Jacinto, con abuelos que llegaron a la región procedentes de Ocaña. Sus padres Miguel Pacheco y Mercedes Anillo. Ellos no dimensionaron la grandeza de ese hijo que desde muy pequeño, de la mano de su abuelo Laureano Antonio Pacheco comenzó a interpretar la gaita y el tambor, instrumentos base de toda la música que emana de la zona. Dicen que su primera composición la hizo a los 6 años de edad, un canto indio a ritmo de puya.
Era abogado de la Universidad de Cartagena, aunque al principio quería ser ingeniero y se matriculó para ello en una universidad de Bogotá. Se considera que ha sido el pionero de los compositores que produjo obras pensadas desde las figuras literarias, y no en forma espontánea como lo hacían la gran mayoría de los músicos de la época.
Temas como ‘El viejo Miguel’, ‘El mochuelo’ y ‘La Hamaca grande’ son solo tres muestras de su inmenso talento reflejado no sólo en la composición, sino también en la ejecución de varios instrumentos musicales y en el canto.
Su conocimiento profundo de la sabana, sus habitantes, sus tradiciones, sus historias, lo alimentaron para producir obras de gran factura; obras que lo ubican por siempre en un referente musical importante del Caribe colombiano. Junto a Andrés Landeros se convirtieron en los primeros y más aguerridos defensores de lo que se llama vallenato sabanero. El maestro Pacheco ha contado que, el tema ‘La hamaca grande’ fue el punto de quiebre en esa diferenciación puesto que siempre sintió que la sabana tenía algo diferente que debía respetarse.
SU RETO
«Cuando Landeros, un excelso acordeonista volvió de Valledupar después de participar en un Festival Vallenato, me dijo que era un festival exclusivo para realzar la música vallenata y entonces le dije que yo tenía que hacer una canción que hablara sobre la importancia que tiene la música sabanera: la cumbia, el porro, fandango, el pasebol y el paseaito. Todo lo que estando aquí se trasladó al acordeón de nosotros», contó Pacheco en una entrevista refiriéndose a su tema insigne y a la nueva corriente que estaba naciendo y de la cual él ha sido un guerreo imparable.
Mercedes autor Adolfo Pacheco
De acuerdo con las investigaciones realizadas por conocedores como Ángel Massiris Cabeza, ‘La Hamaca Grande’, cuya primera versión fue grabada en 1970 por Adolfo Pacheco Anillo, ha tenido al menos 79 versiones en distintos países y en diferentes ritmos musicales. La canción ha sido grabada en sellos discográficos de Colombia, México, Venezuela, Perú, Panamá, Francia, Estados Unidos y Costa Rica. Voces como la del dominicano Johnny Ventura, los Melódicos, Nelson Henríquez y buen número de intérpretes colombianos, siendo uno de los más recientes la de Carlos Vives han inmortalizado el tema, y aún así el maestro sigue siendo uno de los músicos más sencillos, más accesibles, más auténticos que tiene la música colombiana.
El maestro grabó 224 canciones desde 1963, de las cuales cerca de 140 son de su autoría. En el 2005, la Fundación de la Leyenda Vallenata lo declaró compositor vitalicio junto a Tobias Pumarejo, Rafael Escalona, Leandro Diaz, Emiliano Zuleta y Calixto Ochoa.
Nadie niega que “La hamaca grande es la cédula musical Adolfo Pacheco Anillo”, dijo en una oportunidad el maestro sucreño, Wilfredo Rosales, considerado la biblia del vallenato. El tema fue grabado primero en la voz de Andrés Landero, otra leyenda de la música de acordeón. Después de ese clásico, llegaron muchos otros como ‘El viejo Miguel’, ‘El Mochuelo’ y ‘Mercedes’, solo por mencionar algunos; pero fue ‘La hamaca grande’ la que inmortalizó a Pacheco.
ADMIRADO POR TODOSPara reyes vallenatos de la talla de Hugo Carlos Granados, Adolfo Pacheco ha “fue desde siempre un hombre de respeto, grande en todo sentido, comenzando por su calidad humana y desde luego terminando en su grandeza musical. Desde que tenía 14 en la década de los 80 he crecido escuchando sus canciones y las grabaciones hechas por él acompañado del maestro Ramón Vargas, música que aprendí a escuchar en compañía de mi padre el juglar Ovidio Granados en sus ratos libres».
Uno de las composiciones de Adolfo Pacheco interpretada en la voz de Carlos Vives.
Granados comentó que “el maestro Adolfo Pacheco sin lugar a dudas es significado de grandeza en el folclor vallenato debido; un estudioso que con su estilo vallenato sabanero marcó un legado representado por vida y obra musical. Él es un icono del vallenato ya que la grandeza de su obra musical lo ha convertido en un referente de nuestra música a nivel nacional e internacional
José Luis Morrón, otro destacado intérprete del canto vallenato que le grabó el tema ‘Me rindo majestad’, considera que el mundo debe rendirse ante la grandeza de Pacheco. “Ha sido un compositor con sensibilidad, con un gran conocimiento de toda la región, de una elegancia para decir las cosas más sencillas de la vida y del campo que creo no hay nadie como él
En 1971 ‘El monstruo del acordeón’ Alfredo Gutiérrez grabó ‘La hamaca grande’ y después lo hizo Enrique Díaz, cuyo canto y estilo también gustó mucho, tal como opinó el mismo Pacheco en una entrevista radial.”.”.
Pero no fue solo ese tema que llevó a los estudios de grabación Gutiérrez, también ‘Tu cabellera’, en ritmo de paseo. Y ha sido tan grande su amistad y admiración con el versátil compositor sabanero que en todas sus presentaciones incluye muchas de sus canciones.
“Fui uno de los amigos más cercanos a Pacheco; es más, estábamos planeando llevarlo a grabar otra vez, pero desafortunadamente ocurrió el accidente que sufrió. Ese suceso me conmovió y preocupó mucho,” manifestó Gutiérrez.
Para Gutiérrez, quien muchas veces ha compartido escenarios con el juglar, lo recuerda como “un hombre alegre y muy chistoso. Tenía siempre graciosos apuntes en cada conversación”, afirma Gutiérrez.
“Cuando nos encontrábamos recordamos la vez que estando en una parranda en una finca, de tanto tomar trago y comida, a Pacheco le cayó algo mal en el estómago. Estaba lloviendo y había muchos sapos brincando de un lado para el otro. Cuando él fue a hacer una necesidad fisiológica, no veía la forma de quitarse a uno de los sapos de encima. Y según él, al final…el animal le dijo: Adolfo ¡me has matado!”, contó entre risas Alfredo.
Sobre la obra de Pacheco dijo que, “él es tan grande como todos los compositores que ya no están en la vida terrenal. Para mí, el mejor merengue vallenato que ha tenido nuestro folclor en toda su historia es ‘El viejo Miguel’, sin dejar a un lado ‘La hamaca grande’, que son temas únicos”.
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