Por: Patricia Escobar
Como ha sido mi proceder de siempre, primero hablaré de lo positivo, y después de lo que creo debe corregirse o mejorarse.
Nunca antes el festival había tenido una producción de lujo. El escenario a cargo de Duberney Castaño fue diseñado para que pudiera presentarse cualquier artista internacional, y lucirse con los videos y luces; el sonido a cargo de Juan Pelaéz, fue impecable durante las 15 horas que duró el evento, y en la transmisión de televisión, estuvieron los mejores de Telecaribe.
Por otra parte, hubo una muy buena asistencia de público con un excelente comportamiento, y las ventas de los patrocinadores: bebidas y comidas, superaron las expectativas de quienes invirtieron para ese evento en concreto.
Musicalmente hablando fue también un evento que rompió record de participación de agrupaciones de 43 agrupaciones musicales de todos los géneros, además de quienes estuvieron presentes en el homenaje.
Ahora bien, que las agrupaciones fueran o no del gusto de quienes critican el evento, es cuestión que yo particularmente no me voy a cuestionar, entre otras cosas porque pienso que un espacio como el Festival está diseñado para darle espacio a buenas agrupaciones que no suenan en la radio a pesar del profesionalismo de sus integrantes, de los buenos trabajos que realizan y del esfuerzo que hacen para mantener la música vigente.
Criticamos que nuestra música tradicional no tenga espacio en el Carnaval y no valoramos que en el Festival se presentaron agrupaciones como: Las Alegres Ambulancia, Los Corraleros de Majagual, Cumbia Caribe, Son Palenque, C-Tambo y Juancho Naranjo que son verdaderas joyas de la corona que hacen folclor los 365 días del año.
Criticamos que la música foránea está desplazando a la de nuestro país, y pasamos por alto el hecho de que en el Festival se hayan presentado 12 agrupaciones en la modalidad de música tropical con figuras tan reconocidas como Checo Acosta, Juan Piña, Juventino Ojito, la Nómina del Pin y Voces de Billos, junto a otras, con igual trayectoria y menos “popularidad” como las de Pacho Galán, Rufo Garrido, y Shekeré, o nuevas que hacen esfuerzos inmensos para mantenerse vigentes como: Ebano Orquesta, la Klásica de Ibague, Son Marino de la Escuela Naval, o el Supercombo Latino.
En la modalidad de salsa se presentarán siete agrupaciones que se resisten a que este género muera y que, a pesar de la calidad de sus músicos, no suenan en la radio, y cinco en la modalidad de merengue, con las que sucede lo mismo.
Ahora bien, la categoría vallenata, es tal vez la que merece un análisis más profundo. Quienes de verdad hemos seguido la trayectoria de cerca el Festival (yo lo he hecho como espectadora, como periodista y ahora como productora), sabemos que los artistas de este género han sido los más complicados, los más “retrecheros”, los más irrespetuosos de la esencia del Festival, y los más susceptibles a todo.
Hace algunos años, más de 10, creería yo, ellos decidieron no volver al Festival, porque no aceptaban los fallos. El Congo era muy importante y si lo ganaba X, el resto hacía el mitin más grande, y en Valldeupar o se exponían a la burla, o eran criticados descarnadamente.
Sin ninguna modestia debo decir que, fui yo la que logró la participación de muchos conjuntos, pidiéndoles que le regalarán a los barranquilleros su presentación en el Festival sin necesidad de concursar, y así lo hicieron, En esos años, ellos, los vallenatos que hoy son “estrellas” se mataban por estar en el Festival. Muchos de ellos, aunque ahora no lo reconozcan, crecieron con el Festival y entonces comenzaron a lloverles contratos, y su participación fue más difícil porque, obviamente, prefirieron los bailes pagos, que presentar tres temas gratuitos. Es allí cuando las nuevas agrupaciones comienzan a buscar el espacio, y aparecen “los desconocidos” para los críticos. Recuerdo un año en el que ganó el Churo Diaz, y se armó la de Troya en Valldupar. Hoy esa agrupación tiene una agenda apretada que le impide, cuando está en Barranquilla, asistir al Carnaval. Y qué decir de otros con mayor nombre, que en una noche atienden hasta cuatro compromisos, en esta oportunidad, por ejemplo, la de Rolando Ochoa y Elder Dayan, ¡quien ni siquiera pudo presentarse en Puerto Colombia!!!
En esta oportunidad, para estar en el Festival se inscribieron 75 agrupaciones y se seleccionaron 45, dos no pudieron asistir por problemas en la voz: Kavras y Fary & Alex. Ningún vallenato “reconocido” lo hizo. Sin embargo, Peter Manjarres, Ivan Villazón y Beto Zbaleta, sacarn el tiempo para estar en el homenaje al vallenato, como lo hizo Cocha Molina, Alvaro López y Hugo Carlos Granados, reyes de reyes del Festival de la Leyenda.
Ahora bien, quienes critican la no presencia de artistas de renombre en este espacio musical y saben de un poquito de producción, cómo creen que puede presentarse: ¿J Balvin, Ricky Martín, Carlos Vives, ¿Silvestre Dangond, quienes tienen una producción fuera de serie? O ¿cómo lo pueden hacer Juan Luis Guerra, Jessi Uribe, Gilberto Santarosa, u otros que sólo vienen a la ciudad por un baile?
Al final de mi análisis, me gustaría saber las críticas concretas y sobre todo, las sugerencias puntuales de cómo hacer un mejor Festival de Orquestas, teniendo en cuenta que los tiempos cambian y que ya pasó la época del Coliseo cubierto, donde las casetas, alimentadoras primarias del Festival funcionaban cuatro días.
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