Termina el 2024, un año marcado por retos yfrustraciones, y llega el 2025, un nuevo ciclo en el que todos formulamos propósitos con la esperanza de construir un futuro mejor. Como diputada del Atlántico, mujer, joven y liberal, mi propósito principal sigue siendo trabajar por soluciones reales a las necesidades urgentes de nuestras comunidades. Mi compromiso es firme: honrar la confianza que me brindaron no solo quienes me eligieron, sino todos los atlanticenses.
En este balance de fin de año, es inevitable analizar el preocupante panorama de nuestro departamento, donde las decisiones públicas parecen estar diseñadas para beneficiar a un grupo selecto de “amigos” mientras las necesidades de la ciudadanía quedan en un segundo plano. Este “amiguismo” que roza el servilismo político es, sin duda, un obstáculo para el desarrollo del Atlántico y debe ser expuesto.
Seguridad: Un problema que nos desborda
El Atlántico cierra el 2024 con cifras alarmantes de homicidios y un sector comercial asfixiado por la extorsión. Mientras tanto, los recursos de la tasa de seguridad, pagados por todos los atlanticenses, parecen manejados sin control ni resultados tangibles. La seguridad de nuestra gente debería ser una prioridad innegociable, pero el ejecutivo departamental ha optado por proteger los intereses de sus aliados, dejando a las comunidades desamparadas.
Es indignante que los mismos funcionarios que prometieron combatir la inseguridad permitan que sus “amigos” manejen estos recursos sin supervisión, perpetuando la incapacidad para enfrentar los serios problemas que vivimos. Lo más grave es que el 2025no parece pintar diferente.
Salud: Una “jugada maestra” para beneficiar a los aliados
El sector salud no escapó a esta red de “amistades” políticas. La liquidación de los hospitales departamentales para dar paso a la ESE Universitaria UNA fue presentada como un avance, pero no fue más que una estrategia para enriquecer a los de siempre bajo la figura de “aliados”
.
El férreo bloqueo desde la Gobernación para impedir que en la Asamblea se discutiera el manejo de esta entidad evidencia un manejo turbio de los recursos públicos destinados a la salud. Los grandes perdedores son, como siempre, los atlanticenses que sufren lasconsecuencias de un sistema de salud colapsado.
Infraestructura: Elefantes blancos y promesas rotas
Otro aspecto preocupante es la gestión de los recursos para obras públicas. Convenios multimillonarios con entidades como Edubar y Puerta de Oro, bajo total control político, han resultado en un despilfarro de más de 670 mil millones de pesos en obras inconclusas o mal ejecutadas.
Proyectos como el edificio de Bellas Artes, el Mercado de la Sazón, la Gran Vía o los sistemas de acueducto y alcantarillado en el sur del Atlántico permanecen como testigos silenciosos de la incapacidad y el desinterés por atender las verdaderas necesidades de nuestras comunidades. Estas “inversiones” son, en realidad, elefantes blancos que reflejan una gestión enfocada en proteger intereses particulares.
Educación: El desperdicio de los recursos
La “amistad” entre la Gobernación y la Universidad de Barranquilla (el antiguo Itsa de Soledad) se tradujo en un convenio para llevar programas de educación superior a los municipios, ignorando la infraestructura existente en las sedes de Suan y Sabanalarga de laUniversidad del Atlántico. ¿Cómo se explica que estos recursos sean desviados a entidades controladas por los mismos de siempre, mientras las inversiones en educación pública permanecen desaprovechadas?
Cortinas de humo y micrófonos apagados
Cuando las cifras y los resultados no cuadran, los responsables de estas decisiones recurren a tácticas conocidas: crear cortinas de humo, apagar los micrófonos de quienes denuncian y cerrar los ojos de los atlanticenses ante la realidad. Pero no podemos permitir que esto siga sucediendo. Es nuestra responsabilidad, como ciudadanos y servidores públicos, exigir transparencia, rendición de cuentas y compromiso real con el bienestar colectivo.
Un llamado a la esperanza para el 2025
Mi mayor deseo para este nuevo año es que el Atlántico deje de ser un escenario de “amiguismos” y servilismos, y se convierta en un territorio donde los recursos y esfuerzos estén destinados a resolver los problemas reales de la gente. La seguridad, la salud, laeducación y la infraestructura no pueden seguir siendo sacrificados en favor de intereses particulares.
A todos los atlanticenses, les reitero mi compromiso de trabajar por ustedes, de fiscalizar con rigor y de alzar la voz cuando sea necesario. Que el 2025 sea un año de desarrollo y prosperidad para todos, no solo para esos “amigos” que han frenado nuestro avance.
Feliz año nuevo. El cambio está en nuestras manos.
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