Eduardo Verano de la Rosa
Durante décadas, la región Caribe ha vivido sometida a un centralismo que estorba y coarta nuestra libertad para buscar un desarrollo pleno.
Hemos sido testigos de como burócratas, desde un centro lejano de poder, toman decisiones sobre nuestros recursos con un total desconocimiento de nuestras realidades. Pero quiero decirles, con la emoción que nos da la certeza de tomar decisiones correctas: ¡Ese tiempo de dependencia está llegando a su fin!
La conversión de nuestra Región Administrativa y de Planificación (RAP Caribe) en una Región Ente Territorial (RET) no es un simple trámite de conversión administrativa, sino el cumplimiento de una premisa constitucional germinada en el artículo 307 que se convierte en un desafío mayor para nuestra generación.
Hemos impulsado, con una dinámica colectiva desde las gobernaciones del Caribe, una transformación que representa un salto a una figura de carácter autónomo. Nuestro propósito vertical es pasar de un espacio de coordinación (RAP Caribe) a un verdadero ente político con capacidad de tomar decisiones por sí mismos (RET).
La RET Caribe es la materialización de la narrativa autonómica. Hoy, la unidad de nuestros gobernadores con el respaldo de distintas fuerzas económicas y sociales y el Ministerio del Interior en representación del Gobierno nacional ha permitido que las decisiones sean firmes y compartidas por todos, de allí se hace un llamado a la acción basado en el consenso y la unidad, incluso en medio de la diferencia política.
La motivación es grande porque la transformación de las realidades de muchísimos colombianos del Caribe será inmensa. Una vez que este proceso sea aprobado mediante la ley orgánica que presentamos ante el Congreso de la República y se confirme en las urnas a través de un referendo, estaremos ante el amanecer de una nueva era de prosperidad regional.
Al constituirnos como entidad territorial, se obtendrá el manejo autónomo de la producción y de los recursos generados en la región. Actualmente, el 85 % de esos recursos siguen siendo administrados por la Nación, un hecho que está programado para cambiar gradualmente: la implementación de los ajustes introducidos al SGP por el Gobierno nacional dan cuenta de ello.
La RET Caribe tendrá la capacidad de planear, gestionar y ejecutar proyectos de gran envergadura. Esto significa la ejecución de iniciativas que beneficien a dos o más departamentos, eso nos da la posibilidad de concretar proyectos como las carreteras transversales que mejorarán la conectividad por los sures de nuestros departamentos porque hoy el sistema de carreteras está pensado para conectar a Bogotá con los puertos y no a nuestros pueblos hacia las terminales marítimas, fluviales y centros de consumo.
Tendríamos la posibilidad de administrar, por ejemplo, nuestros puertos y el vital río Magdalena con una verdadera visión regional.
Al acercar las problemáticas a los centros de decisión, será más fácil resolverlas. Seremos nosotros quienes digamos qué queremos para solucionar nuestras dificultades, lo que se traducirá en políticas públicas más adecuadas para el entorno territorial. Nuestro fin último es elevar los niveles de calidad de vida de nuestra gente.
La acción es ahora. El centralismo nos coartó, pero la fuerza de la región exclamará su grito de libertad: ¡El Caribe levanta su bandera para decidir su propio futuro!
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