· Testimonios de familias beneficiadas con asistencia humanitaria de la Gobernación del Atlántico muestran agradecimiento tras haber dejado sus trabajos para quedarse en casa.
Recorrer el departamento del Atlántico siempre ha sido una grata experiencia, por cada una de las maravillas que encierra su geografía, pero además por la calidez y las historias que hay cada uno de sus habitantes. Gente buena, echada para adelante, que no se rinde ante adversidad, pero igual otras más que tienen muchas necesidades y que abrigan la esperanza de una mano amiga que se extienda generosa hacia ellas.
Una de ellas es Jaira Jiménez Salas, una humilde mujer habitante del barrio El Carmen de Campo de la Cruz, Sur del Atlántico, quien reside en una pequeña construcción a medio comenzar, quién sentada en una silla plástica, quitaba las hojas a unas mazorcas para sacar el maíz y preparar bollos que después no sabía cómo vender porque está prohibido salir a las calles. “Yo sé que alguien me ayuda a comprarlos. No sé cómo voy a hacer, pero Dios no me va a desamparar”, dijo la mujer cuando se le preguntó cómo iba a hacer cuando estuvieran listos sus bollos si no podría ir a las calles.
“Yo no me esperaba esto. De verdad gracias, muchas gracias por esta gran ayuda, gracias a la gobernadora por esta ayuda y por tenernos en cuenta”, dijo la mujer con los ojos aguados y apunto de soltar el llanto.
Ella se dedica a hacer y vender bollos para el sustento de su nieta y su esposo, quien trabaja la tierra para sacar la materia prima de sus productos. Jaira afirma que está situación le ha afectado mucho porque normalmente enviaba bollos para Barranquilla, pero en estas condiciones ha tenido que reducir la producción lo que no le es suficiente para sostener a su familia.
Al igual que Jaira, son muchas las familias que derivan su sustento diario de labores fuera de sus casas y que de un momento a otro se les cambió la vida por la medida de aislamiento social obligatorio, decretada en todo el país, para evitar una eventual propagación del Coronavirus.
Elsa Noguera, gobernadora del Atlántico, consecuente con esta situación, conformó un ejército de soldados que se armaron de valor, amor y solidaridad con los demás, para llevar esa asistencia que esperan miles de familias de los sectores más apartados y necesitados del Atlántico.
Eudalys, una mujer dedicada a lavar y planchar ropa ajena, soltera y madre de dos niños, uno de ellos en silla de ruedas, no ocultó la emoción al recibir la ayuda que los soldados de Elsa Noguera. “Muy agradecida con esto que nos cae como anillo al dedo. Gracias de verdad señora Gobernadora”, dijo la mujer.
A 51 minutos de Repelón y a 171 kilómetros de distancia por la única ruta posible, se encuentra Luruaco, allí los soldados de esta guerra se encontraron con una pequeña vivienda de 3 cuartos y con paredes verdes y parches de cemento en la que residen 4 familias, conformadas por 5 adultos y 7 niños. Eran las 2 de la tarde del sábado 28 de marzo y según Marta, la abuela de la casa, a esa hora aún no habían almorzado, por lo que la ayuda alimentaria, que llegó a la puerta de su casa en ese momento, representó un gran alivio para ellos.
Al ver la caja en su puerta la reacción de todos fue de alegría y agradecimiento. También la señora aseguró que sólo 1 de los adultos tenía un trabajo informal y que no estaba recibiendo ingresos por estos días. Pese al calor, todos los integrantes de la familia permanecían adentro de la casa, casi todos en la sala.
La batalla para estos soldados inició jueves con la repartición de cerca de 12.000 ayudas alimentarias en el sur del departamento. Los camiones llegaron a los municipios de Piojó con 1.055 ayudas, Repelón con 3.454, Manatí con 3.320, Santa Lucía 2.202 y Suan 1.933.
El viernes los camiones llevaron aproximadamente 20.000 ayudas a la zona rural de Repelón con 1.616, a los municipios de Candelaria con 3.407, Palmar de Varela con 4.515, Malambo y Soledad con 2.000 ayudas a cada uno y a Campo de la Cruz 5.449.
El sábado 5.600 ayudas alimentarias llegarán al municipio de Soledad, 5.500 a Malambo, 3.120 a Polonuevo, 1.658 a Usiacurí, 4.475 a los corregimientos de Sabanalarga y 5.658 al municipio de Luruaco. Son aproximadamente de 26.000 ayudas repartidas entre estos seis municipios del Atlántico.
Para el domingo se programó la entrega de 24.000 ayudas alimentarias a cuatro municipios de la banda oriental del Atlántico. Decenas de camiones estaban siendo despachados a Malambo y Soledad con 6.300 auxilios para cada población, a Santo Tomás con 4.989 y al municipio de Sabana Grande con 6.246.
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